Viernes 17 de septiembre
- iglesiabarriobelgr
- 17 sept 2021
- 2 Min. de lectura
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”. Filipenses 2:13-16

Que satisfacción sintió el apóstol Pablo con la iglesia de Filipos por su obediencia, estuviera presente o no. Como padres nuestra mayor satisfacción, es cuando nuestros hijos obedecen y hacen lo correcto y justo, estemos o no a su lado. Esto nos muestra que nuestra instrucción no fue en vano.
Los creyentes estamos llamados a obedecer y mostrar vidas que testifiquen del poder salvador de Dios obrando en nuestras vidas. Dios es quien produce en nosotros el hacer y el querer por su buena voluntad. En otras palabras, Dios nos da tanto el deseo como la fuerza para hacer lo que a Él le agrada; y hacerlo con un espíritu de servicio cristiano, que es sin murmuración y sin contienda.
Estamos llamados a vivir nuestra fé con las más altas normas morales, en una sociedad que está torcida y espiritualmente perversa. Siendo irreprensibles, significa estar por encima de toda crítica. Siendo sencillos, significa completamente sanos en carácter. Sin mancha, una vida en santidad como norma cristiana y como luminares o portadores de luz. Si nuestra vida está empañada no podemos reflejar la luz de Cristo.
Se nos llama hijos de Dios y debemos corresponder a ese nombre, no solamente por privilegio, sino en conducta, comportándonos como verdaderos hijos de un Dios Santo, viviendo en este mundo como aquellos que pertenecen a Dios y muestran su semejanza.
Debemos por eso aferrarnos a la Palabra de vida y compartirla en este mundo que perece. Esforcémonos por mirar a Cristo y cultivemos un estilo de vida inspirado en Él. Ocupémonos de nuestra salvación, esto es despertar en nosotros un sentido profundo de temor reverencial por la obra de Cristo en la cruz y vivir de acuerdo con la salvación que Él nos ha dado. Andar en madurez, es andar en obediencia estemos o no con otros cristianos. Nuestra espiritualidad no debe ser dependiente, lo cual necesitaría la vigilancia constante de otros. Debemos vivir para Cristo y caminar delante de sus ojos sin temor.
Comments