Y que del miedo?
- iglesiabarriobelgr
- 22 oct 2021
- 5 Min. de lectura
Temor a los ascensores, horror a hablar en público, pavor a comer delante de otros, terror a los aviones, o aversión a las alturas. Estas, entre otras, son las fobias más frecuentes que experimenta el ejecutivo de hoy. Pero que no cunda el pánico, ya que el miedo también tiene solución
Un sudor frío recorre la espalda y en pocos minutos todo el cuerpo está empapado, las manos comienzan a temblar y no hay forma de controlarlas. De repente un tic nervioso no cesa de molestar y se siente una punzada en el estómago. La mirada se nubla, el individuo tiene problemas para respirar, su ritmo cardíaco aumenta considerablemente. Está fuera de control.
Aunque lo parezca, esto no es la descripción de alguna escena sacada de un libro de Stephen King, se trata de los síntomas reales de angustia que experimenta una persona frente a un estímulo fóbico.
Si alguno de ellos le parece familiar, mucha atención, puede ser la manifestación de una fobia.

Miedo no El miedo es, según el doctor Oscar Doval –siquiatra y sicoterapeuta que trabaja en el Hospital de Clínicas Caracas–, una de las cuatro emociones primarias con las que nace un individuo junto con el dolor, el amor y la rabia.
Pero el temor natural no es un problema hasta que es definido como una fobia, que no es más que un miedo irracional ante un estímulo particular.
Las fobias no son nada nuevas, son tan antiguas como el hombre mismo y lo han acompañado a lo largo de su historia. Se calcula que 8 por ciento de la población sufre este tipo de trastorno.
La fobia tiene dos componentes: la parte sicológica (sensación de miedo con alta dosis de angustia) y la parte somática, que se manifiesta con los síntomas: palidez, sudoración, taquicardia, ganas de evacuar, tartamudez, entre otros.
Por otra parte, puede decirse que este tipo de desorden se diferencia de otros como la paranoia, porque el individuo está plenamente consciente de lo absurdo de su miedo. "Sabe que está ahí, pero no lo puede controlar", expresa Doval. Es allí donde radica la irracionalidad de este miedo.
Los temores no siempre son iguales, también cambian de máscara con el tiempo, porque tienen, a juicio del siquiatra Oscar Doval, una fuerte connotación cultural. "Existen miedos como la tuberculofobia, tan común en el siglo pasado, y que ya casi no existe".
Fobias de fobias De acuerdo con Sophia Behrens, sicóloga del Centro Profesional Santa Paula, las fobias no aparecen con un perfil específico de personalidad. "Son trastornos emocionales que están descritos dentro de los trastornos de ansiedad".
Existen varios tipos de fobias: simples o específicas, sociales y un tercer término separado llamada agorafobia por trastorno de pánico.
En líneas generales, las más frecuentes son las de tipo específico, donde el estímulo fóbico es un objeto, animal o situación definida, como la claustrofobia (temor a espacios encerrados), acrofobia (temor a las alturas) o zoofobia (temor a los animales).
Ahora bien, el segmento de jóvenes profesionales entre 20 y 35 años, además de sufrir altos niveles de estrés, se ve sometido a fuertes demandas de tipo económico, laboral y afectivo. En este caso el tipo de fobia que se presenta –por excelencia– es la de tipo social.
Estas no son más que la manifestación del miedo a ser desaprobado o rechazado por otros. A diferencia de las específicas, aquí aparece el público y, por tanto, son mucho más complejas.
Para Oscar Doval, la motivación más profunda de la fobia social es la aversión a hacer el ridículo y su manifestación más frecuente es el miedo escénico o temor a hablar en público.
Existe un elemento importante que es la anticipación, el individuo prevé lo que le va a suceder al exponerse ante la situación que le produce tanta angustia. Aquí se forma un círculo vicioso porque la persona alimenta su propio miedo.
Ante el estímulo fóbico, opta por evitar la situación o huir de ella. Según Behrens, en esta clase de fobia también se presenta un tipo de ansiedad social, con la diferencia que el ansioso tiene un temor pero realiza la acción, mientras que el fóbico no.
De ataque El otro tipo de desorden es la agorafobia –miedo a los espacios abiertos–, y se presenta a menudo como una complicación de otro trastorno de ansiedad denominado ataque de pánico.
De acuerdo con Sophia Behrens, esta situación se da con mucha frecuencia en ejecutivos y aparece asociada con altos niveles de estrés. Esta reacción de angustia se activa cuando el individuo se encuentra ante una situación de demanda exagerada. Entonces aparece el ataque de pánico en el que el individuo "malinterpreta" los síntomas de la ansiedad –ahora mucho más fuertes que durante la fobia– como un aviso de un infarto, un paro respiratorio o hasta de su propia muerte.
Este cuadro a veces se complica porque la agorafobia, más que el miedo a los espacios abiertos representa el temor a encontrarse en un lugar donde no puedan ser rescatados: una cola, un centro comercial o una situación donde anticipen que les puede dar el ataque en presencia de otros.
Sin embargo, existe una diferencia entre el ataque y el trastorno de pánico, el primero es eventual y aislado, se da una vez y puede que más nunca, mientras que el otro es recurrente.
Cabe destacar, además, que el trastorno por ataque de pánico no necesariamente implica una fobia.
La raíz del miedo Las causas que originan las fobias son tan múltiples como quienes las padecen, y están asociadas a altos niveles de estrés acompañados de cierta vulnerabilidad biológica –hay individuos más resistentes a la angustia que otros–. En estos casos también es determinante un umbral de ansiedad más bajo.
Las fobias son muy frecuentes en personas con muchas responsabilidades, preocupadas sólo por la productividad o que tienen obsesión con la fama y el éxito y dejan de lado la vida.
Junto con la presión económica y profesional están las demandas típicas, familiares, de tiempo, etcétera.
A juicio del doctor Oscar Doval, las fobias tienen motivaciones profundas más lejos que el objeto mismo de miedo.
"En la mayoría de los casos, la fobia no es más que la punta del iceberg de algún problema que arrastra el individuo desde su infancia".
Para Sophia Behrens, se trata de aprendizajes erróneos que ha sufrido el individuo y que en un momento determinado se activan.
Si el modelo de vida de la persona ha estado marcado por el deseo de agradar a cualquier precio o ha sido sometida a la desaprobación de las figuras de autoridad, es casi natural que transpole eso al organigrama de la empresa. Sin embargo, cada caso tiene motivaciones diferentes.
Continuaremos tratando este tema en el próximo post. Si necesitas consejería pastoral sobre este u otro tema contáctanos: Wpp 3415218322
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