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HIJOS -Parte V

  • iglesiabarriobelgr
  • 25 ago 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 2 sept 2021


La comunicación.

Dice un poema anónimo:

Quiero que me escuches sin decir siempre no;

Quiero que me abraces sin asfixiarme;

Quiero que me animes sin presionarme;

Quiero que me cuides sin excesos;

Quiero que me aconsejes sin obligarme;

Quiero que confíes sin tener miedo;

Quiero entender.

Quiero, quiero que creas en mi.


En pleno siglo XXI, que se ha denominado como el siglo de la comunicación, atento todos los

avances tecnológicos en materia comunicacional, los especialistas advierten sobre la cantidad de trastornos psicológicos que sufren las personas relacionados o por la falta de comunicación.




Informar no es lo mismo que comunicar, ya que esta última incluye expresar opiniones en forma

espontanea y sincera, expresar sentimientos y emociones.

Los dos aspectos de la comunicación son escuchar y hablar. Hoy pareciera que no hay tiempo para escuchar, y esto incluye a los padres.


Dijimos en capítulos anteriores que los padres deben a sus hijos atención concentrada. Es verdad que los padres estamos pendientes de ellos y en su primera etapa no queremos que lloren o sufran. Pero tendremos una comunicación sana con nuestros hijos cuando aprendemos a escucharlos y dejamos que ellos expresen libremente sus pensamientos, sus emociones y sus

sentimientos sin temor a ser criticados o castigados.


Es una sana comunicación con ellos la que nos permite entenderlos y ayudarlos a crecer en todas las etapas de su vida.


Dice M.M.B en su libro Escuela para padres: “Escuchar a nuestros hijos en forma efectiva, requiere fundamentalmente tiempo y atención concentrada. Implica establecer contacto visual y una determinada actitud que demuestre al niño que estamos escuchando atentamente”.

Debemos tener en cuenta que no todos los niños son iguales, están los que no es necesario

invitarlos a hablar porque solos se expresan con mucha libertad y facilidad, y están los otros, que son más introvertidos y que muchas veces necesitan de preguntas o que sean invitados a hablar.


Debemos saber que lo más importante a dialogar no son tanto los hechos sino como nuestro hijo vivenció ese o esos hechos.

Dicho esto, la buena comunicación y el diálogo con nuestros hijos es un bien preciado para ambos; el dedicarles tiempo y atención no solo les hace sentirse queridos e importantes a ellos sino que a nosotros los adultos nos conecta con el juego y la diversión y nos lleva a disfrutar a pleno la vida en familia.

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