HIJOS VI
- iglesiabarriobelgr
- 31 ago 2021
- 2 Min. de lectura
LA DISCIPLINA.
“Hijos, obedezcan ustedes a sus padres; esto es lo correcto porque Dios los ha puesto por encima de ustedes. Honra a tu padre y a tu madre. De los diez mandamientos éste es el primero que termina con una promesa: para que disfrutes una vida larga y llena de bendiciones. Y en cuanto a ustedes padres, no estén siempre regañando y castigando a sus hijos, con lo cual pueden provocaren ellos ira y resentimientos. Más bien críenlos en amorosa disciplina cristiana, mediante sugerencias y consejos piadosos”. Efesios 6: 1-4 (versión La Biblia al Día)

La mayoría de los padres separan el amor de la disciplina, como si fueran dos entidades distintas cuando en realidad el amor y la disciplina van juntas. “Amorosa disciplina” dice la Biblia en la carta de Pablo a la iglesia de Efeso. Y ésta es la clave para una verdadera y correcta disciplina.
La parte principal y más importante de una buena disciplina es hacer que el niño se sienta amado.
Ahora bien, que es disciplina? En el terreno de la educación de los niños, el Dr. Ross Campbell dijo:
“la disciplina es la preparación de la mente y del carácter de un hijo con el objeto de capacitarle para que llegue a ser un miembro de la sociedad constructivo y con dominio propio”.
Implica la preparación a través de todo tipo de comunicación: dirección por medio del ejemplo, del establecimiento de pautas, de la instrucción verbal, de la instrucción escrita y del proveer experiencias instructivas y divertidas. La lista es bastante larga.
La disciplina adecuada es la que hace que el niño se sienta amado y protegido.
Cuando un niño se siente amado, aceptado, y escuchado, esta mejor predispuesto para obedecer y cumplir con lo que se espera de él.
Para disciplinar, los padres deben ejercer su autoridad de manera saludable. Según el Licenciado Miguel Espeche, psicólogo argentino, experto en vínculos, el “tema de ejercer la autoridad y poner límites está muy relacionado con los horizontes, con el saber dónde ir y con la dificultad de sostener una escala de principios y valores estable”.
De esta manera, lo mejor que podemos hacer es:
Ser firmes y amables;
Establecer límites claros;
No desautorizar al otro padre;
Evitar peleas y largas discusiones;
Ser pacientes y perseverantes;
Darlos a los niños otra oportunidad, permitiendo que sufran las consecuencias;
Aplicar consecuencias relacionadas con la falta;
Motivar a los niños a tomar decisiones.
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